El Santuario de Nuestra Señora de la Peña de Francia se halla en la provincia de Salamanca. Más en concreto, en la zona más hermosa: la Sierra de Francia, perteneciendo al pueblo (El) Cabaco. Allí, a 1.783 metros de altitud, se yergue este santuario desde donde se contempla un singular paisaje que abarca la llanura castellana, las montañas de las Hurdes y la sierra de la Estrella de Portugal. En estas alturas nos situamos para conocer una historia larga y hermosa. Todo comenzó con el hallazgo de una imagen de la Virgen que transformó un pico solitario en un lugar de encuentro, oración y contemplación de bellezas naturales. Esta imagen se ha convertido en catalizador de cuantos visitan la "sierra".
Desde su hallazgo, la imagen ha sido y es muy querida por los salmantinos. Su ya larga tradición ha permitido que su devoción se haya extendido más allá de nuestra tierra salmantina, y así su veneración es también compartida con muchos hombres y mujeres de tierras lejanas, especialmente de Sudamérica. Los habitantes de la zona sienten una gran fé hacia esta virgen y se consuelan con saber que ella desde lo alto del pico cuidará de ellos. Son muchos los aldeanos de esas zonas los que cada año suben a ver a la Virgen andado.
Poco después de su hallazgo por Simón Vela, la imagen y el Santuario a ella dedicado, es atendido por la Orden de Predicadores (dominicos).
Además del interés religioso, es un preciosos paisaje que nos deja ver la preciosa Sierra de Francia y pueblos como : La Alberca, Lagunilla, Nava de Francia, El Maillo, El Cabaco...
A continuación aparece una imagen de las vistas de un día nublado, una gran imagen:
A su vez, la Peña de Francia recoge una leyenda que los aldeanos de la zona han ido contando de generación en generación y por mi propia experiencia mis abuelos dicen que es cierta y que conocieron al hombre al que eso le sucedio. La leyenda es la siguiente:
En una de las zonas de mirador, entre unas rocas hay un pequeño balcón al que un niño se asomo y se resbaló rocas abajo mas de 50 metros, pero que no le paso nada pues la virgen con su manto le protegíó y ni un solo rasguño tuvo, desde entonces ese pequeño mirador se llama "El salto del niño"
También como zona de interes está el pozo verde en el cual los peregrinos y visitantes tiran monedas a cambio de deseos.
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